En el fondo
de ese inmenso lago
alimentado por nuestra miseria,
por nuestras lágrimas,
yace algo;
esperando un resplandor,
y vivir otra vez.
Te extraño…
en fuego de cien soles
incinera el andar,
la brisa de vidrio y diamante
dificulta el respirar;
cada suspiro hiere un poco más,
pero estaré bien,
si, cada suspiro que se escapa es por ti
y viaja tan distante
al instante
en el que estas.
Camino en círculos,
me resultara imposible el sendero,
pero
seguiré estando completamente perdido
por ti/sin ti.
El frio nos cubrirá
una vez más
condicionando movimientos,
prolongando momentos,
colapsando con ansia
en este lugar.
La luz
parecerá apagarse por siempre,
ciegos y sonámbulos
seguiremos el eco de nuestras voces,
mientras las noches nos envuelven en si
cada vez más.
Antes del amanecer,
te daré mi mano desintegrándose,
no lograras sostenerme,
la llegada de otro día
dejará entre sueños disuelta la añoranza.
Pero,
quizá nos podamos encontrar
en otro momento,
en otro sueño,
que seré capaz de terminarse
de disolverse entre las luces,
pues ni siquiera nos rodeara rastro alguno de la
noche,
estaremos contemplando el ocaso,
seres invisibles,
tan solo visibles para nosotros mismos,
ya que no es necesario nada más.
Juan Pablo Contreras Jiménez


