martes, 9 de agosto de 2011

MARIONETAS


Destellos etéreos
asomos apenas perceptibles
de lo que es y no.

Volátiles ideas que no llegan a formarse

realidad palpable como el aire
anegada de interioridad.

Huecos rellenos de ceniza.

Consabida conciencia en negación.

Hojas al pantano de la conmiseración
contraída por la falaz reclamo
de corrupta irrealidad.

Pies manchados de cieno conceptual.
Estúpidas marionetas de vulgaridad.

Si sienten vivas… y no es verdad.

Amo a la oscuridad, siento el viento frio en mi rostro,
siento las hojas secas bajo mis pies,
aun la herida de mi corazón sangra. Fui derrotada,
caí bajo la espada de un ángel y ahora, de pie
con la sangre cubriendo mi cuerpo,
siento el poder de Hades emerger del inframundo,
los gritos de mil suicidas, el canto de las sirenas,
el aullido del lobo, el llanto de infantes no natos
los fantasmas, pesadillas, sangre, intestinos putrefactos,
odio, orgullo, coraje… ¡poder! Traspasan las barreras
del tiempo, del espacio, entran por las plantas de mis
pies
e inundan cada poro de mi piel…
Levanto la mirada, veo a mi verdugo.
Mi mirada y mi sonrisa, dulces, lastimosas
se tiñen poco a poco de un color extraño,
ese tinte que sólo la locura y la venganza
son capaces de crear…

Abriste la puerta, ángel mío, de mi prisión
después de ese golpe en mi pecho…
¿En verdad creíste que había muerto?
¡No, amor mío!,
¿No sabes que a un demonio no se le mata?
¡Se le expulsa, se le encarcela, pero nunca se le
extermina!
¿Qué, quieres golpearme otra vez?
¡Intenta mil veces si lo deseas!, seguiré de pie…
La oscuridad me cubre ahora… es…
es delicioso su sabor…
¡El poder es ahora mío!
Ya no te amo, ya no estoy encadenada a tus pies.
Mis alas se despliegan tras mi espalda,
¡Ahora soy libre! ¡Libre de ti!
Tuviste la dicha de tenerme enjaulada,
de humillarme, de pisarme porque yo lo permití.
Nunca tuviste el poder, siempre fue mío…
Este momento nunca lo olvidaras…
¿Qué, te rodillas ante mí?
¿Ahora deseas mis labios, mi cuerpo?
¡Qué estúpido y patético eres!
No cabe duda que la estupidez no es exclusiva del
mortal;
estuve a tus pies, un maravilloso ángel oscuro estuvo
a tu merced.
No tuviste el coraje para poseerlo, hacerlo tuyo, si ya
era tuyo…
Te hubiese enseñado tantas cosas,
cosas prohibidas que en el cielo no existen,
deseos que siempre has querido realizar.
El lado oscuro estaba en tus manos… y, ¡ja!, ahora lo
deseas.
Púdrete en tu incomprensión,
llora tu equivocación,
sueña, desea lo que nunca tendrás… pero
antes… de irme… para siempre… déjame ver tus ojos,
por última vez,
deja quedar suspendida en la miel de tu mirada y
déjame
contemplarte así, de rodillas, mi hermoso ángel.
Déjame guardar tu imagen doliente, disfrutar de mí
victoria,
quedarme con tu llanto que tú, te quedas con mí
corazón…

Ahora camino, y aun siento la sangre resbalar por mí
cuerpo
manando del lugar donde alguna vez estuvo mi
corazón
dejando una estela rojiza en las hojas secas del
camino,
mezcladas con el agua de mar que brota de mis ojos.
Si, estoy sufriendo, pero en las tinieblas el dolor no se
siente tanto.
Sí, estoy mejor ahora, exhalo el olor a tristeza a
soledad.
Siento el viento frio de la noche, la tenue luz de mi
amada sobre mi piel,
siento el poder de Hades en mi sangre, en la luz de
mis ojos.
¡Ah!, como amo la oscuridad.

Camino como un saco de sangre
me arrastro en la tierra
inyectándome la tristeza
dejando un rostro de lágrimas
lamentos en la noche de una luna negra.

Guiado por el dolor
me limpio la sangre de los labios
después de alimentar mí marchito corazón.

Perdido en el bosque de la soledad
oyendo crujir los huesos
aquí entre los muertos
esta mi fosa para enterrarme
guardando mis recuerdos
lamentos en la noche de una luna negra

Camino como un costal de sangre
cargando mis penas, lamiendo la hiel,
recuerdo enlodados en cada paso,
en cada latido están muriendo
lamentos en la noche de una luna negra.

Rasgando tu silueta que se plasmo
en la pared, humedecida de llanto
en medio de una luna resplandeciente
de aquella luna negra.

Lamentado esos ojos de amor
huyendo del abismo de mí,
de mis huellas marcadas en tu piel.

Cenizas de pasión del fuego ardiente
que no volverás a tener
con la cólera que me hace hervir la sangre
te desgarro, te arrastro dejan do una línea roja
en mi boca, después me pierdo
con lamentos en la noche de una luna negra.

Nadie te encontrara
nadie te besara
dejare tu cuerpo aquí entre los restos
de muertos
y sólo se escucharan lamentos en la noche de una
luna negra.

Sabine


viernes, 5 de agosto de 2011

Metamorfosis


Estoy triste. Perdí a mi gato en el sueño aquel donde todo parece ser de cristal; donde se pierde hasta la conciencia y la serenidad, donde todo puede ser y no ser; donde solo somos aire en el mundo y materia en el realismo espiritual de nuestros corazones; donde no encontramos más que una sola compañía de zurce nuestras heridas cotidianas de los días que transcurren en nuestro mundo. El espejo refleja lo que hay fuera del espíritu y no lo que es el alma, el cuero y no la mirada, la soledad y no la compañía; lo que es material y se desvanece como la flor de papel con el agua de las lágrimas del llanto.

Mi interior no pide apapacho, ni el saberme querida, ni el saberme olvidada, sino el saber que estoy con vida dentro de otros mundos, otros corazones, donde vivo plenamente como lo que soy en gran resplandor. En los corazones que me acepte tal cual soy, que conversaría con los ojos cerrados; sólo sintiendo el sonido de las palabras retumbando en el corazón.

  Katri Jaqueline Medina B.


jueves, 28 de julio de 2011

MORNINGSCAR


En el fondo
de ese inmenso lago
alimentado por nuestra miseria,
por nuestras lágrimas,
yace algo;
esperando un resplandor,
y vivir otra vez.

Te extraño…
en fuego de cien soles
incinera el andar,
la brisa de vidrio y diamante
dificulta el respirar;
cada suspiro hiere un poco más,
pero estaré bien,
si, cada suspiro que se escapa es por ti
y viaja tan distante
al instante
en el que estas.

Camino en círculos,
me resultara imposible el sendero,
pero
seguiré estando completamente perdido
por ti/sin ti.

El frio nos cubrirá
una vez más
condicionando movimientos,
prolongando momentos,
colapsando con ansia
en este lugar.

La luz
parecerá apagarse por siempre,
ciegos y sonámbulos
seguiremos el eco de nuestras voces,
mientras las noches nos envuelven en si
cada vez más.

Antes del amanecer,
te daré mi mano desintegrándose,
no lograras sostenerme,
la llegada de otro día
dejará entre sueños disuelta la añoranza.

Pero,
quizá nos podamos encontrar
en otro momento,
en otro sueño,
que seré  capaz de terminarse
de disolverse entre las luces,
pues ni siquiera nos rodeara rastro alguno de la
noche,
estaremos contemplando el ocaso,
seres invisibles,
tan solo visibles para nosotros mismos,
ya que no es necesario nada más.

Juan Pablo Contreras Jiménez

 

EL PRECIO DE TU SOLEDAD


Porque estar solo es tan delicioso como amargo.
Tan necesario como inútil.
¿Está escrito acaso en algún lugar?
El que debamos ser entes acompañados
eternamente.
No, no lo está y jamás será vital.
Nacemos y morimos solos.
¿Nunca lo habías pensado?
Con media docena de desconocidos a tu
alrededor,
mientras tu madre casi inconsciente te da a luz.
Y malgastas la mitad de tu joven vida
tratando de comprender el sentido de todo esto.
¿No te das cuenta?
Eres solo tú, quien vive tu destino.
Quien sufre las consecuencias de tus decisiones,
y quien se percata de lo dulce entre la porquería
de este mundo.
No es el tipo que se sienta a tu lado en geometría.
O el pepenador de los depósitos de la basura.
Eres tú.
Un punto más en esta comunidad interminable de
almas mendigas.
Un ser sin importancia suficiente para cambiar el
rumbo de la historia.
Patética presencia innecesaria.
¿Deprimente pensarlo verdad?
Sin embargo, muy cierto.
Que nadie es indispensable.
Desde la primera lágrima sincera que derramas,
hasta el momento más feliz que consideras.
Son recuerdos obsoletos para el continuar de este
tiempo.
Y peor aún, quizás.
En el instante cuando más gente que te quiere se reúne.
Te das cuenta, irónicamente, de que el morir,
también es tarea individual.
Nadie estará ahí para acompañarte a través de los
desconocido,
De lo intangible o de la nada.
En tu último suspiro, no hay nadie.
Circunstancia inevitable de tu ciclo natural.
Y tú que pensabas que el ser humano,
como te lo explico tu profesor de biología,
era un animal necesariamente social.
Mentira. La maldita falta de compañía:
siempre existirá.
Pero,
¿Por qué sentirnos desdichados cuando nadie
Toma nuestra mano?
Si siempre es de lo más necesario
tener estos instantes de adictiva fidelidad con
nosotros mismos.
Estar en el medio del vacío es tan relativo,
como llenar la falta de algo con nuestra propia
imaginación.
Trata de darte esos cinco minutos solo contigo.
Que sean esos momentos, únicos, auténticos,
tuyos.
No dejes que nadie interrumpa tus vagos
recuerdos
y tus fantasiosos anhelos.
Suspira, y escucha el soplar de tu respiración;
pues no hay nadie más ahí, solo tú, tu delicada
esencia
y quizás una copa de tu bebida favorita.
Disfruta, pero no llegues muy lejos,
pues todo esto,
será el precio de tu soledad.

Salvador PZ